viernes, 9 de agosto de 2013

UNA DESPEDIDA

Ayer también hubo en Gasteiz fuegos artificiales. Como todos los días de fiesta, a las 11 de la noche el cielo se iluminaba de colores en un gesto inequívoco de abrir la puerta a muchas  horas cargadas de todo tipo de emociones. Yo los vi desde la autovía de entrada a la capital mientras el cantautor me recordaba que no me alejara de la casa y el árbol. Los recuerdos ya se habían apelotonado, como siempre tercos ellos, y una tristeza inmensa se iba apoderando del momento. Venía de una despedida.
Cuando alguien a quien quieres mucho se va, lo primero que ocurre es que no sabes lo que ocurre, porque la impresión absolutamente cierta es que de un momento a otro te despertarás de ese mal sueño  en el que estás viviendo. La enfermedad, la soledad, la valentía, el apoyo, los abrazos, el cansancio , el desasosiego, el amor inmenso, el miedo......todo junto te ha ido vaciando de contenido como si fueras una jarra de agua en medio de un desierto sediento. Y ahora de pronto, algo dentro de ti se ha roto, en lo más  profundo, y puedes notar incluso tu cuerpo, tus huesos, o tus vísceras que amanecen atravesadas por la espada del DOLOR. Un dolor sin cribas, sin mesura.
Sin embargo ocurre también bastante mágicamente que hay un recipiente de humanidad y de sintonía en las vidas de las personas, que se encarga de recoger todo lo importante, lo que se encuentra en la esencia, que entiende de semejanzas, que iguala las expectativas, o la falta de ellas, y entonces las lágrimas de una hija son las de todas las hijas, y el desvanecimiento de esa esposa,  compañera de vida, es mi propia pesadilla.
La despedida de ayer se sumó a mis ausencias, haciendo de nuevo vivo mi mal sueño.
Y al recordarles, los amigos y  la familia queremos hablar de quienes se han sido, de cómo nos han querido, de lo que nos queda de su ejemplo. Necesitamos decirle al mundo lo que se ha perdido y lo maravilloso que ha sido compartir con ellos, con ellas,  todos nuestros años de vida. Y creo que es genial que podamos y queramos hacerlo.
Yo me traje de regalo una mirada a mi pasado, cargado de complicidades cargadas de  cariño y un deseo de futuro lleno de fuerza para un camino común  sin nuestros  grandes ausentes.
 Os buscaremos en las palabras y en las caricias. En las sinfonías de los días y las noches. Y así hasta siempre. Goian Bego.