viernes, 30 de diciembre de 2011

MUJERES EN NAVIDAD

Estamos estos días rodeadas de una especie de manto de felicidad, amor y paz derivado de unas fechas relacionadas con la religión, los usos, las costumbres, los calendarios laborales, las luces, los turrones y el champán.
Es un manto que tiene mucho de risas, de caritas infantiles llenas de sorpresa, de consumo irracional, de mesas familiares duras de gestionar.
En tiempos de construir memorias vivas, que en esto andan muy interesados los poderes mediáticos, las instancias gubernamentales y las organizaciones sociales y políticas, rescataremos de la amnesia general la vida y la muerte de las mujeres.
Todo huele a compras de comida, de bebida, de regalos para cada uno y cada una de la familia. Para la novia nueva y el novio de siempre, para la vecina que está sola y no tiene quien se ocupe de ella. Y al viento de los villancicos y los arbolitos engalanados..... ellas...... madres, hermanas, abuelas, tías, sobrinas, esposas, hijas, arañan lo imposible para hacer posible un tiempo de afecto, de arrope emocional y físico, de canciones y recuerdos, de juegos, de encuentro intergeneracional, de sonrisas y llantos.
Normalmente, ponen en práctica su sabiduría en materias como economía, resolución de conflictos, gastronomía, alta política, gestión de residuos, decoración, psicología, medicina, literatura, gerontología, educación infantil y yo qué sé cuantas cosas más.
Lo que más me admira es cómo invaden todo su estar y su ser con los valores maravillosos de solidaridad, generosidad y humildad. Casi no se sabe cómo pero todo sale bien, lo mejor que se podía. Como si algo mágico hubiera acudido a cada hogar para llevar el cuidado, ese tesoro de la humanidad tan escondido en los corazones de muchas personas y de otras tantas sociedades.
En tiempos de construir memorias vivas, millones de mujeres hoy no están y tenían que estar aquí. Han sido asesinadas en las casas, las cunetas, los campos de guerra, las calles y las plazas de todos los rincones del mundo. El feminicidio, esa epidemia demasiado silenciosa, nos produce un dolor cada vez más profundo pero en contra de lo que pareciera, cada vez menos paralizante.
Una amiga me ha recordado que debemos dejar el pesimismo para tiempos mejores. Y así va a ser.
Que las risas nos transporten a ese espacio de fuerza universal donde poder lograr un mundo más justo e igualitario.

Izaskun Moyua Pinillos, 30 de diciembre de 2011

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