viernes, 20 de diciembre de 2013

CASTIGO PARA QUIÉN


A ver a quién castigamos cuando un niño de 8 años acaba contando a su madre que le están humillando, apartando, insultando, violentando y abofeteando sus amigos. El no lo cuenta así, entre otras cosas porque todavía no tiene muy claro si hay culpables ni si él mismo tiene alguna responsabilidad en todo esto. Lo cierto es que en esa agonía lleva todo el curso. Empezaron poco a poco, primero un desprecio de un compañero, luego un insulto de otro y las risas generalizadas a la ocurrencia. Luego se convierte en un juego, hay quienes persiguen y se convierten en demonios que se enzarzan con la maldad absolutamente indecente. Siempre tiran a matar.
Están también quienes apuestan por la sorpresa, incluso a veces se disfrazan de protectores aparentando ser buenos amigos. Después siempre la noria de la burla y el bofetón. Los espacios para la tortura varían. A veces ocurre en el aula, en el descanso entre clase y clase, otras en el patio cuando deben jugar y relajarse. Resulta idóneo también en la espera de la extraescolar, llámese fútbol o dantza. La presa ya no tiene escapatoria.

La tortura es continuada y el sufrimiento y el miedo se apodera de las noches, cuando el niño sabe que con el nuevo día se acumularán los despropósitos. Hay un líder en el guión, será carismático en un futuro el prepotente machito germen de un todavía desconocido dictador. Según su padre en las reuniones de la escuela es asertivo, inteligente y proactivo en sus actuaciones.
Qué mundo este de la interpretación!!!!

Voy buscando los motivos, las respuestas a cómo nadie se da cuenta. Dónde nos ha quedado la prevención ante el sufrimiento de los niños y las niñas.
Y no voy muy bien.
Profesoras y profesores, otras compañeras y compañeros, padres y madres convertidos en muñecos ciegos y mudos de cientos de historias de terror.
Luego cuando ya no pueden más.... se hunden muchas vidas ..... y la maquinaria se pone en marcha......análisis, intervención, reuniones, tratamiento, evolución.
Nadie se lo esperaba, nadie entiende nada.

Quizás lo único lógico es la pregunta del niño a su madre ¿ Qué he hecho yo para que no me quieran ?

Izaskun Moyua Pinillos
19 de diciembre de 2013.





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