Voy por la calle del mediodía de esta capital cada día más bullosa y tropical. Aviso que estoy de restricción, con stop a las grasas y al alcohol, y es posible que mi percepción y opinión estén más que influenciadas por esta realidad. Pero no me digáis que no son insufribles esos especímenes con los que te encuentras después de más de un año sin coincidir y que de repente te paran el paseo y te tratan como amiga íntima y te empiezan a contar lo bien que les va la vida. Hoy me ha ocurrido y a pesar de los años y las canas, apenas he reaccionado. Esa persona que me ha dolorido esta mañana ha comenzado su incontinencia verbal con un repaso de la inmensa felicidad que le abruma. Que digo yo que algún tropiezo ya tendrá alguien algún que otro día. Y yo me he escondido en el ejercicio de la escucha activa sintiéndome cada segundo algo más pequeñita. Cuando por fin he podido escapar, y que conste que me ha costado lo mío porque no os imagináis la cara de interesada que tenía, me he puesto a pensar y a procesar. No me ha preguntado por cómo me va la vida, ni por cómo están mis hijos, ni si se ha muerto alguien, ni si sigo casada o estoy arruinada...no se....las cosas normales....las de libro.
Luego he venido a casa y en mi ordenador, encima de mi mesa, en mi álbum de fotos, en la radio, en la tele y en el recuerdo he encontrado el día: es 19 de Octubre, el día internacional contra el cáncer de mama. Muchos momentos llenos de risas y lágrimas se han puesto a pulular a mi alrededor. Nombres de mujer.
Hoy escuchamos discursos, conocemos voces de las protagonistas, abrazamos el rosa como lazo de honor y nos solidarizamos con la fuerza y la valentía de tantas mujeres que luchan contra ese cáncer traidor que es ancla pesada aliada al pánico.
Me preocupan todas las mujeres. Sufro porque sufren. Aunque sé que muchas lo superan, vencen la lucha agresiva y siguen adelante. LLoro por las que se me han ido y las echo muchísimo de menos y me alegro por las que están junto a mí.
A cuidar esos pechos, maravillosa fuente de vida, pasión y valor.
Izaskun Moyua Pinillos
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